Huí.
Huí de mi vida, de mi casa, de lo que era yo.
Corrí sin saber el camino, sin saber de que corría, llegue a un lugar oscuro, con paredes destrozadas, con paredes que se caen a trozos, paredes que un día fueron de colores vivos, donde vivía la vida.
Un día jugamos como dos niñas entre aquellas paredes, pintamos en ellas y fuimos capaces de construir un hogar, ahora son solo eso paredes.
Me declaré fan del celibato emocional, y dejé de sentir lo que era la vida, me olvidé de quien era yo, huí
Y ahora volvemos a jugar, preparadas como dos niñas, en esta casa, llena de polvo, polvos, y sin tener que correr, sin huir, derribando las ruinas de lo que fue, y oliendo la libertad de lo que será.
Nunca nos regalaron flores, porque ya lo somos